Al observar si diminuta y frágil silueta,
senti en mi persona pasajes de su horrible pasado.
Sentí como arrancaban sin piedad los canales de mis sentidos,
ojos desorbitados, oídos quebrantados,
nariz y boca sumidos en un profundo oceano de sangre.
Sentí como con rabia y alevosía
arrancaban y quebraban mis extremidades,
como quien rompe un trozo de madera, inherte, demacrado.
Sentía como en mis propias entrañas mi desfiguración,
mutación derivaban extrañas formas,
enmarcadas en una infinita inmensidad blanca.
Al transcurrir los largos minutos,
sentí el ruido de la eterna lluvia, incesante, penetrante,
también me invadieron ruidos netamente humanos,
sujetos en sombra rodeando y bombardeando mi mente,
bostezos, pasos, quejidos, ruidos de lápices,
expresando a su ves las mas remotas e inimaginables ideas.
De pronto, mi casi nula visión se nublo,
y lentamente descendí a mi ser,
lento, pero seguro, como hojas en otoño
callendo de sus amargos sueños veraniegos.
Al abrir mis renovados ojos,
cuatro paredes me encerraban a mi y a los mismos sujetos
despertando, quizás, del mismo lugar imaginario.-
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